viernes, 15 de enero de 2010

El perro que muerde la mano de quien le da de comer

Me gustaría empezar con el tema que particularmente más me preocupa y que pienso es el que se está cargando de verdad el panorama friki en nuestro país: los propios aficionados. De un tiempo a esta parte el nivel de los fans españoles ha caído estrepitosamente, tanto en maneras como en conocimientos, y el problema es que gracias al boom del manga y el anime está aumentando la cantidad de ellos, pero no la calidad. Sólo hay que visitar los foros y los salones para darse cuenta de que cada vez hay más de estos individuos, de hecho son prácticamente lo único que hay. Apenas han visto las cuatro series de turno bajadas de internet, pero eso ya les hace pensar que son los putos amos y que lo saben todo sobre el mundillo.

Lo peor de todo es que no dan señales de querer cambiar ni ampliar sus conocimientos, su mundo se reduce a Naruto, Bleach, Death Note, Haruhi y poco más. Da verdadero ASCO ver cómo desprecian esas series clásicas que sirvieron de cimientos para crear las series que les gustan ("¡es que son viejas!") o cómo abandonan en el olvido a los autores modernos que intentan innovar con sus obras ("¡es que son aburridos!"). ¿No les gustaría conocer nuevas series, nuevas experiencias? ¿Es que no les gusta el manga? Pues sorprendentemente, mi conclusión es que NO. A estas personas lo que les pasa es que les gustan algunas series, pero no les interesa el manga. A mí por ejemplo me puede gustar Batman, pero si sólo por eso digo que soy superfan de la línea DC, no es verdad. Esa es la terrible verdad ante la que nos encontramos. Si les preguntas quién es Harlock, no lo saben. Si les preguntas quién es Yoshitoshi ABe, no lo saben. Si les preguntas quién es el dibujante de Death Note, sí lo saben (¡sorpresa!), pero si les preguntas qué otras obras ha dibujado, no tienen ni idea. No tienen ni puta idea de nada.



Los fans de ahora han perdido todo el interés por investigar, hay que dárselo todo hecho y para colmo te maldicen si te sales de sus intereses. ¿Cómo va a evolucionar el panorama si a nadie le interesa descubrir cosas nuevas? Entiendo que cada uno tiene derecho a disfrutar de su afición como quiera, pero para tener una afición primero hay que sentir un interés por ella, y me temo que este no es el caso. No se trata de saberlo todo ni de convertirse en Alfons Moliné, pero qué menos que tener un mínimo conocimiento sobre eso que tanto dicen que les gusta.

Explicado el punto de la total, absoluta y voluntaria desinformación, me gustaría centrarme ahora en el comportamiento del que hacen gala estas personas. Dado que muchos de los aficionados son gente joven, en general menores de edad, es natural y hasta comprensible que muestren un carácter inmaduro en sus acciones. Todos hacemos locuras de jóvenes, es normal. El problema llega cuando lo que hacen y dicen traspasa por mucho la línea del ridículo. Su (lamentable) rango de acción se divide en dos partes:

En los foros se dedican a exigir su hanime gratix, a quejarse de las traducciones que proporcionan las editoriales (porque ellos tienen un master en filología y traducción del japonés) y a pavonearse de lo mucho que saben sobre su serie favorita. Esto último me hace pensar que en realidad dedican todo su esfuerzo a este fin, porque si bien no saben cómo se llama el hermano de Masashi Kishimoto, se saben perfectamente todos los sellos que se usan en Naruto, conocen todas y cada una de las técnicas que se emplean en la serie, y saben incluso cuántos pelos tiene Sasuke en el culo. Admirable, pero inútil. Lo de las quejas hacia la traducción también es un problema, porque se creen de verdad que por saber cuatro palabras en japonés ya saben muchísimo más que un traductor con carrera, y eso les empuja a maldecir a los profesionales si algo no cumple con sus estándares y a EXIGIRLES (alucinante) que lo pongan como quieren ellos. Tan triste como cierto.

En los salones y jornadas, la cosa no mejora mucho, más bien empeora. Lo que pretende ser una reunión agradable de fans se convierte en un amasijo de chavales haciendo el payaso, retards que no paran de gritar mientras se comportan como simios, y hentaiers pajilleros en busca de amigos no-imaginarios y alguna chica que caiga en el error de hablarles. Como se descargan todo el anime de internet, prefieren hundir a las malvadas distribuidoras y destinar su dinero en los productos chinorris que les ofrecen las tiendas, un fin mucho más loable que ayudará a sus propietarios a añadir otro jacuzzi en su mansión. Pero lo más meritorio es su afán por extender la cultura otaku en cuanto se acerca una cámara de televisión. Cualquier excusa es buena para quedar como subnormales y dar a entender que todo el que lee manga, juega a videojuegos o siente un mínimo interés por Japón debería estar internado en un psiquiátrico o dejar que lo quemen en una hoguera.


A las pruebas me remito...

¿Quiere decir esto que los fans de antaño son el modelo a seguir? Pues tampoco. De forma parecida a los sujetos anteriores, los viejotakus (por llamarlos de algún modo) que siguen en activo viven estancados en los 90. Su mundo se reduce a Bateadores, Mazinger Z, La vuelta al mundo en 80 días y otras series de antaño, sin dar oportunidad alguna a las numerosas genialidades que ha parido el nuevo siglo. Desprecian a la afición de ahora (en esto no puedo decir que sea mucho mejor que ellos) y actúan como si el haber vivido la llamada "época dorada" les concediera la sapiencia absoluta. Aunque su interés por el manga se ha reducido a casi cero, los más avispados se han hecho un hueco en el mundillo y ahora se dedican a perseguir la pasta de los fans que tanto aborrecen, ya sea organizando salones, colaborando con editoriales o escribiendo libros insulsos de pobre contenido.


Sé que todo lo que he escrito se basa en generalizaciones y que no todo el mundo es así. Soy muy consciente de que también hay personas fantásticas que tienen muchos conocimientos sobre la materia y que además se preocupan por mejorar el panorama para que todos disfrutemos un poco más del manga en España. Pero por desgracia, este grupo representa un porcentaje ínfimo en comparación con la marabunta de imbéciles que pueblan nuestro círculo.

El fandom otaku necesita una buena purga cuanto antes, porque esto se va a pique y es por culpa de descerebrados como los descritos anteriormente. Cuando digo que me gusta el manga, no quiero que la gente me identifique con los energúmenos que muestran los medios sensacionalistas. Si de verdad queremos que el cómic, y el manga en particular, se acepte socialmente como el arte que es, nos sobra este tipo de individuos que no hacen más que podrir la manzana.

Hasta aquí mi primer tochazo de crítica hacia el mundo del manga en España, próximamente más y con más caña.

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